Tras cerca de 30 años, la naturaleza repuebla la zona de la mayor catástrofe nuclear, según los investigadores.
El 26 de abril de 1986 sucedía un devastador accidente en la
central nuclear de Chernóbil. Se derritieron las barras de combustible del
reactor número cuatro y una enorme explosión dispersó una enorme cantidad de
sustancias radiactivas, las cuales contaminaron una superficie de miles de
kilómetros cuadrados próximos a la central nuclear. Los habitantes de la zona
fueron evacuados y el lugar fue declarado zona de exclusión.
En los años posteriores al desastre, la vida salvaje ha
vuelto a poblar la zona abandonada por los humanos. Según un reciente estudio a
largo plazo llevado a cabo por Jim Smith, de la Universidad de Portsmouth, y
sus colaboradores, en la actualidad viven allí numerosos animales: entre estos,
ciervos, alces, jabalíes y lobos. Al parecer, el número de mamíferos es similar
al de otras reservas naturales no contaminadas de la región.
Resguardados de la caza
La prohibición de acceder a la zona y el miedo a la
radiación se encargan de que los animales no sufran la amenaza de los
cazadores. Además, la alta densidad de presas supone unas condiciones óptimas
para los lobos: su población actual en Chernóbil es incluso siete veces más
alta que en otras reservas. También los osos y linces, especies extintas en la
zona, han regresado al lugar. Otras, como los bisontes y los caballos salvajes
de Przewalski, han sido introducidas en este paraje con el fin de aumentar la
biodiversidad.
«Nuestro estudio no revela que la radiación sea buena para
los animales, sino que las costumbres humanas, junto con la explotación de la
tierra y la agricultura, la caza y la silvicultura perjudican a las especies
más que la radiactividad», aclara Smith. Estudios anteriores han demostrado que
las sustancias radiactivas pueden perjudicar a muchos individuos. Se constató,
por ejemplo, que las golondrinas que vivían en el entorno donde sucedió el
desastre nuclear presentaban, de promedio, malformaciones (picos deformes o
plumaje poco desarrollado, entre otras) con más frecuencia. Asimismo, se han
documentado daños y mutaciones en insectos, arañas, aves migratorias y peces.
Por ello, Anders Møller, de la Universidad de París-Sur, criticaba hace unos
años la afirmación de que Chernóbil fuese un paraíso natural. Según indicó,
este supuesto «se basa únicamente en informes anecdóticos; no en estudios
empíricos».
Casos aislados
Aunque James Morris, de la Universidad de Carolina del Sur
en Columbia, halló que al menos en un inicio los peces y otros animales
presentaban numerosas alteraciones en el ADN así como deformidades físicas,
estos individuos apenas sobreviven hasta la edad adulta, por lo que los efectos
negativos no pasan de generación en generación. Los datos longitudinales
revelan también que la población de jabalíes experimentó un fuerte crecimiento
al inicio; sin embargo, hace unos veinte años se redujo su número, fenómeno que
se atribuye principalmente a la propagación de lobos y a una epidemia. No está
claro si el brote estaba relacionado con un sistema inmunitario debilitado a
causa de la radiación, pero desde entonces la población de jabalíes ha
aumentado de nuevo de manera notable.
«Por primera vez, nuestros resultados demuestran
estadísticamente que la zona de exclusión alrededor de Chernóbil es hoy el
hogar de una rica fauna de mamíferos, independientemente de las posibles
alteraciones que puedan presentar algunos ejemplares a causa de la radiación»,
concluyen los autores.
Información obtenida de: http://www.investigacionyciencia.es/noticias/encuentran-abundante-fauna-en-chernbil-13604
Información obtenida de: http://www.investigacionyciencia.es/noticias/encuentran-abundante-fauna-en-chernbil-13604
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