sábado, 19 de diciembre de 2015

EN UN LUGAR DE LA GALAXIA DE CUYO NOMBRE NO PUEDO ACORDARME...

 Hace 15 años se había descubierto mu Arae b. Luego vinieron años de mediciones más precisas que nos dejan un sistema con cuatro planetas. Ahora, a esta estrella la conocemos como Cervantes, y a los planetas como Dulcinea, Rocinante, Quijote y Sancho.

Es emocionante poder ser parte de esta historia, de la primera vez que se deciden los nombres de mundos más allá del Sistema Solar en un proceso con medio millón de votos propiciado por la Unión Astronómica Internacional. Tiene algo de épico o de locura. En el Planetario de Pamplona y la Sociedad Española de Astronomía hemos contado con el apoyo del Instituto Cervantes y la complicidad de la pujante red de divulgación de la ciencia española, los medios de comunicación, los blogs, los más variados eventos como Naukas o Ciencia en Acción, la verdadera toma de las calles en algunos lugares como Rota (Cádiz) y hasta los monólogos científicos. Cómics y viñetas de humoristas, vídeos, conferencias, materiales didácticos, textos de académicos, artículos de prensa, mucha radio y hasta la televisión, siempre tan poco amiga de los temas «de ciencias».

Pero ciencias y letras solo pueden ir de la mano, como deseamos al proponer que en un lugar del cielo meridional están las andanzas que imaginó un castellano universal hace cuatro siglos. El año que viene se cumplen cuatro siglos de la muerte de Miguel de Cervantes. Él fue un hombre culto y curioso, como los caballeros andantes que debían saber de las ciencias, en opinión de Don Quijote.


Información extraída de: El mundo

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