miércoles, 30 de diciembre de 2015

EL TRÁFICO DE ANIMALES

A la altura de las actividades criminales más sangrientas, el tráfico ilegal de vida salvaje ha empujado a numerosas especies animales y vegetales al borde de la extinción. Se trata de un lucrativo mercado que mueve miles de millones de euros. Aunque su carácter clandestino hace imposible concretar cifras exactas, la organización WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza, en español) estima que se trata del cuarto mayor comercio ilegal del mundo, por detrás del narcotráfico, la trata de personas y la falsificación de productos.
La rentabilidad de este oscuro negocio es proporcional a su capacidad de devastación. Representa la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo, sólo superada por la destrucción de hábitat. La caza furtiva y el comercio ilegal se realizan de forma incontrolada en todo el planeta, pero son prácticas que se acentúan en África central como foco emisor y en el sudeste asiático como destino prioritario. En el continente africano, además, constituyen una importante fuente de financiación para organizaciones terroristas.
El trastorno que produce es irreparable. Por ejemplo, las poblaciones de elefantes de Mozambique y Tanzania están al borde del colapso debido al valor comercial de sus colmillos. Los rinocerontes están siendo masacrados en países como Sudáfrica, simplemente porque existe la creencia equivocada de que su cuerno tiene propiedades terapéuticas milagrosas.
Y peor parte se llevan incluso los tigres: entre enero de 2000 y abril de 2010 se mataron 1.200 de estos grandes felinos para obtener su piel y sus huesos. Una cifra que produce escalofríos si se tiene en cuenta que la población mundial estimada es actualmente de unos 3.200 ejemplares.
Otro de los grandes perjudicados es el pangolín, que tiene el triste privilegio de ser el mamífero con el que más se trafica. Cerca de 100.000 ejemplares se comercializan cada año de forma ilegal en el mundo. China y Vietnam son los principales países consumidores; o bien por su carne -a la que consideran un refinado manjar-, o bien por sus escamas -a las que atribuyen propiedades medicinales, sobre todo para trastornos del aparato circulatorio-.
La persecución de este animal único ha llegado hasta tal extremo que sus ocho especies se encuentran al borde de la extinción en las zonas tropicales de Asia y África, los dos lugares del planeta en los que habita.

PANGOLÍN.

CHINA,EL PRINCIPAL PAÍS RECEPTOR
El comercio ilegal de vida salvaje está destinado a cuatro grandes ámbitos de consumo: artesanía, medicina tradicional, comida y mascotas. Es un problema generalizado a nivel mundial, pero Asia es el destino más importante de este gigante mercado negro de múltiples tentáculos, con China como principal país receptor.
 



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